Hace
unos días, me era imposible creer que las cosas serían distintas, que no habría
algo más que monotonía en este mundo. A mi parecer, era una vida sin altibajos,
todo igual, sin cambios, giros dramáticos o cosas que mantuvieran con vitalidad
este despojo de materia.
¿Hace
cuanto que me senté frente al escritorio de un salón de la sección de
humanidades a escribir? A desahogarme, a redactar una memoria con posible final
funesto, doloroso.
Al
menos, los gritos humanos han amainado, ya no se escuchan sirenas policiacas o
de ambulancia. Pero no hay quietud, oh no. La cacofonía que ahora recita el
ambiente es penetrante, enloquecedora, hace que el corazón parezca intentar
salir para regocijarse en la mano y seguir latiendo hasta el fin de la era.
Pero…
¿Qué es lo que ha pasado exactamente? Lo dudo yo. Escuche ciertos rumores antes
de que quedáramos encerrados en el recinto preparatoriano. Si mal no recuerdo,
Rafael (amigo, compañero, superviviente) fue quien me conto lo que había visto.
O… sí, creo que fisgonee entre sus hojas de la bitácora. Como sea, esa puede
ser tan solo una pieza del rompecabezas.
No
es posible dilatar cuanto se sabe, por mínimo que esto sea, por… inconexo que
parezca.
¿Contra
qué es lo que pelea nuestro terror a los 17 años? Exámenes, noviazgos,
rupturas, peleas con los padres. Eso es con algo que todos podríamos lidiar
(aunque algunos se suicidan en el camino) hasta ahí, sería una vida normal. Sin
embargo, y no me creas un enfermo mental una vez que tu mente intente darle
sentido a mis palabras, ¿qué humano común y… corriente, enfrenta temores como
el dormir esperando que una pestilencia cementerial aparezca al amanecer y le
devore las tripas? De una forma romántica, sonaría a un relato obtenido a
partir del alcohol. Quisiera que así hubiera sido, lastima, no todo lo que
queremos lo obtenemos o lo requerimos, como alguna vez lo dijo Brenda Sáenz,
otra superviviente e integrante del pequeño escuadrón que somos nosotros.
Pasaría…
cerca de alguna fecha otoñal, finales de la temporada. Las clases, eran un
asco, nada nuevo frente al horizonte. Peroratas de discursos de aprendizaje
repetitivo en todas y cada una de las aulas. Las horas eran tediosas. Lo único
que mantenía con vitalidad mi espíritu era que después de clases, algunos
compañeros y Yo saldríamos a jugar a la plaza de enfrente, la plaza río, para
terminar con el aburrimiento. Hasta ahí, todo terminaría junto a un fin de
semana con mis padres y hermana. Tal vez visitar un pueblo en las cercanías de
Amecameca, era lo que siempre hacíamos.
Algunos
de los compañeros se habían adelantado para apartar una consola para jugar,
Rafael y Miriam (o Kuro) llevarían ya cerca de una hora embelesados, quizá con
el Guitar Hero o el Pump It Up.
Estaba
ya cerca de la puerta (podía verla) cuando Brenda me mensajeo a mi cel. Quería
verme para algo de un proyecto de historia que estábamos haciendo junto con
Paola. Regresé sobre mis pasos, por hartante que eso fuera. Mínimo había que
dividirse equitativamente el trabajo. Esperaba que Rafael, Kuro y Víctor, si es
que ya había llegado con los otros dos, lo entendieran.
Me
dirigí entonces a las mesitas, ahí las iba a encontrar. Atravesé por el área de
psicología, que conecta tanto al patio con mesitas, como con la ruta más corta
para ir para llegar a la cafetería. Viré luego a la izquierda, para ingresar a
la “plazuela”. Brenda con celular en mano y Paola con libro en mano, que
desconocí por la distancia, y sentada sobre la mesita. Ella alzo la mirada para
ver si ya había yo llegado. Una vez comprobado, fue hasta mí con el fin de
reñirme.
-Apa…-
decía mientras se acercaba molesta- tenemos que dividirnos ese trabajo y tu te
desapareces en cuanto salimos de etimologías grecolatinas-.
-lo
siento, se me había olvidado pero…-
-Apa…-
-¿Sí,
Paola?-
-huevos-
exclamó haciendo una mueca obscena con su mano.
-¿Ah
sí? Pues…- alcé el dedo corazón y se lo plante enfrente de su rostro
-Ya
compórtense los dos- grito Brenda con enojo- no tenemos tiempo para jugar ¿o
sí?-
-Ella
fue la que…-
-No
perdamos tiempo- sentencio y zanjo la conversación.
Solté
la mochila cerca de las pertenencias de ellas. Cuando alce la mirada, vi que
libro estaba leyendo Paola “Esbozo de la historia mexicana”
-Supongo
que ya investigaste algo, ¿o me equivoco, Apa?- exclamo con sorna Paola
-Ah
sí, que tu amiga “Sheva” está loca por Neville-
-…
Pendejo ¡sobre el proyecto!-
-Ah…
¿qué tema era?-
-Era…-
de ahí, le siguió una charla sobre los criterios de evaluación y quien se
encargaría de entregar el trabajo impreso, así como la impresión del mismo.
-Lo
imprimes Saúl, estamos poniendo en tus manos la calificación de nosotros tres-
-Tranquila,
Brenda, a mi nada se me olvida-
-Tarado…-
murmuro Paola entre dientes. Pude ver una mueca de incredulidad.
-Ya
te oí-
-Eso
no te quita lo tarado-
-Brenda,
mira quien empie… ¿Brenda?- se había escabullido en cuanto comenzamos a pelear
de nuevo.
-¡Ash!
Adiós Apa… y ¡Huevos!-
-claro
como no sabes decir otra cosa- y di media vuelta antes de que me respondiera o
me quisiera zapear.
Ahora
había que llegar al pórtico de la prepa y cruzar río Churubusco. Sería difícil
encontrarlos en plaza rio. Hasta donde recordaba, mínimo había unos diez
locales en los que rentaban consolas de videojuegos, colocados a lo largo y
ancho de los dos pisos que conforman al refugio extra-muros de la prepa.
Venía
pensando en todo esto mi mente cuando mi celular vibro dentro del bolsillo de
mi pantalón.
-Bueno…-
-Saúl
¿ya saliste de clases?-
-Si,
de hecho, voy a la plaza a jugar…-
-Sí,
si… eso ya lo sé. Se cancelo-
-pero
¿por qué, Mamá?-
-Se
emitió alerta amarilla en el hospital, no podré ir por tu hermana pero tu iras
por ella-
-No
es justo, yo había planeado esto desde varios días antes-
-Solo
hazlo…- corté la llamada completamente molesto. De reojo vi la hora, justo
antes de guardar mi celular… Las 11:10 a.m. A la mierda todo lo que me había
dicho mi madre, podría estar gustosamente una hora jugando, y luego iría por mi
hermana, había tiempo, siempre lo hay.
Apenas
y había caminado unos cuantos pasos más, cuando el celular volvió a sonar.
-¿Aló?-
-Apa,
quédate en la prepa- dijo Rafa, con interferencia de por medio.
-¿Por
qué? ¿Pasó algo? ¿Y Kuro? ¿Y Víctor?-
-No
ha llegado Víctor. En un rato me encuentro contigo- y colgó.
De
tal manera que, los planes cambiaban, ahora había que buscar a Víctor. Con
suerte y no habría salido de la prepa aún.
Subí
al primer piso por las escaleras que estaban cerca del área de psicología y
anduve hasta que la entrada principal estuvo frente a mi vista. Pude observar a
varios alumnos que entraban y salían. No alcance a percibir a alguno de mis
amigos en la explanada. Di media vuelta y camine por el pasillo que estaba a
mis espaldas. Ya alejado de mí puesto de observación, escuché gritos en la parte
posterior de mí. Debían de ser provenientes del auditorio, pues se escuchaban
muy bajo, casi apagados.
Encontré
a Víctor saliendo su clase de Educación para la Salud.
-What’s
up Bigotes?-
-Que
siempre no vamos a jugar hoy. Rafa viene de regreso-
-Rafa…
¿Y Kuro?-
-Se
cortó la señal antes de que me dijera nada sobre ella-
-Mmmm…
vamos a buscarlos-
Bajé
de nuevo y comenzamos a andar hacia la puerta. Una conglomeración estudiantil
comenzaba a agolparse. Eran pocos, pero juntos hacían parecer una gran masa.
-Demonios…
¿Ahora qué?-
-Quien
sabe Bigotes-
-Oye-
me acerque a un compañero desconocido que se dirigía hacia nosotros -¿Qué está
pasando?-
-Cerraron
la prepa-
-¡¿Qué?!
¡¿Otra vez?! Carajo, no puede ser. Háblale a Rafa, tú que si tienes crédito-
dijo Víctor
Busqué
en mi agenda el contacto, una vez que se mostro, le puse marcar… “Nuestras
líneas están ocupadas, por favor, trate de comunicarse en un momento más tarde…
El número que usted marcó no existe”
-Mierda…-
-¿Qué
paso Apa?-
-No
se conecto la llamada, Víctor, eso fue lo que paso-
-Entonces
mándale un mensaje, mientras vamos a las mesitas- Camine y mensajee a Rafa lo
siguiente “La prepa está cerrada ¿Qué chingados está pasando allá afuera?”.