lunes, 17 de diciembre de 2012

El visionario



A través del tiempo, los esfuerzos de las personas por intentar sobrevivir a lo que se le llamo “La masacre caníbal” han perdurado, tanto por tradición oral, como por los libros de historia que se resarcieron años después del “Complejo histérico infrahumano” que aconteció en los albores del siglo XXI. Hechos que iban de la mano con heroísmos inimaginables acontecidos en el fragor de las batallas contra el ejercito innumerable de entes “putrefactos” que se alzaban momento a momento contra el último proceso de la escala evolutiva hasta el momento. Pero… con el paso del tiempo, las historias terminan por tener breves espacios temporales faltos de una leyenda, agujeros negros que la mentalidad colectiva ha intentado de desmentir, de evadir, falsificar, callar. Hechos que no apoyan a la teoría de la supervivencia del más hábil.
Intentar explicar el funcionamiento del cerebro en un período de inestabilidad social no me corresponde, no soy psicólogo y mucho menos un sociólogo cualificado. Sencilla y llanamente soy el relatador de uno de los momentos más catastróficos que ocurrieron al momento de que lo que los científicos denominaron “El período Resurrección” aconteció, aún cuando varios de cientos de los atacantes no pasaron por el proceso de muerte. Cientos de miles de ellos simplemente se desvanecían en el transcurso de las horas siguientes a la infección y regresaban tras un período relativamente corto de desvanecimiento convertidos en sádicos seres que arrasaban con quienes podían, masacrándolos de uno en uno, masacrándolos sin importar la edad o el sexo al que pertenecían, algunos parecían terminar extasiados y comenzaban a practicar el canibalismo, razón por la cual se le denomino “la masacre caníbal”. Muchos médicos lo diagnosticaban como esquizofrenia e histeria, y no falto el neurólogo ávido de información que intento obtener muestras gráficas del cerebro de los enfermos –pues parecía ser un nuevo padecimiento que el ser humano podía contraer a lo largo del tiempo-. Esto nunca trajo datos fidedignos, los “sádicos” no eran fáciles de contener a las resonancias magnéticas o trepanaciones, resquebrajaban todo cuanto tenían a su alcance. Ni siquiera los infantes eran fáciles de controlar. Aún administrándoles tranquilizantes o depresivos, su esquizofrenia no dejaba llevar a cabo más que especulaciones de qué era lo que pasaba en sus mentes.
Los galenos terminaron por darlos de alta, los servicios de salud de la ciudad fueron insuficientes y los pocos psiquiátricos que había tanto en el epicentro como en el área metropolitana mostraban edificios en mal estado y con poca protección. Uno de ellos, ubicado a dos horas y media, estaba bajo el control de uno de los movimientos “Luz flamígera”, esos grupos que entraban a los edificios para adueñarse de ellos sin el penoso trabajo de haberlos construidos con su dinero y esfuerzo.
Algunos de los hospitales sucumbieron en las horas posteriores, las salas de espera, se volvieron mataderos humanos, arrastraderos de vísceras y cuerpos. No quedó ahí, las empresas privadas de seguridad de los servicios médicos del país no respondieron ni siquiera en un 25% de eficacia. Huyeron. La policía intentó entrar a los edificios para desalojar a los supervivientes, esto produjo que una gran cantidad de “sádicos” escaparan y comenzaran a infectar a los ciudadanos que pasaban cerca. Los números se dispararon exponencialmente, por cada enfermo caído, la tasa de sádicos aumentaban en dos, uno infectado y un “reencarnado”.
Las primeras cinco horas fueron una hecatombe, el tráfico llenó calles y avenidas. Muchas personas nunca abandonaron sus automóviles y los pocos que lo intentaron tomaron el subterráneo que viajaba por toda la ciudad. Principalmente, la estación de Bellas Artes, Zócalo, Pino Suarez, Pantitlan, Boulevard Aeropuerto, Hospital general, entre otras fueron el escenario perfecto de lo que supondría una catástrofe mayor sin la intervención de los “sádicos”.

viernes, 13 de julio de 2012

Reminis...


Una vez más, mi celular sonaba a las 6:45 a.m. hora en la que siempre me levantaba para directamente conectarme a internet y jugar videojuegos… Y, de nuevo la mentadera de madre no se hizo esperar. No me importo, llevaba más de media hora despierto, tan solo buscando una excusa para salir del salón.
En cuanto estuve afuera, el frío aire de la transición otoño-invierno me dio de lleno en el rostro. Mis pensamientos divergían en diferentes direcciones. No había idea concreta por la que empezar…
-De nuevo temprano ¿eh?-
-Sí, tu deberías estar durmiendo, Paola-
-Si… debería, pero el proyecto de historia no me deja dormir, espero que ya lo hayas acabado, recuerda que es para mañana-.
-¿Realmente piensas que lo van a tener nuestros compañeros?-
Suspiró y me contestó -¿De verdad crees que le importa que estuviéramos dentro de la prepa todo el fin de semana? Sabes que no, a él le importa poco ¿o tengo que recordarte cuando casi nos quita una evaluación por culpa de los noviecitos del grupo?-…
Desgraciadamente, no puedo continuar escribiendo. Sé que poco a poco, esto volverá a carecer de sentido, una locura, inclusive a sabiendas de que trato de redactarlo conforme a los hechos cronológicos que supongo que acontecieron de tal forma… No, no es posible mantener una concordancia con lo que sucedió hace varios meses en la prepa y lo que paso hace unos días en las afueras de mi hogar… o lo que queda. Tuve que deshacerme de los cuerpos de mi familia. No sufrieron, durmieron mientras dormían, intoxicados por monóxido de carbono. Mis padres y mi hermana tenían un color rojizo hermoso, parecía como si se hubieran maquillado, la piel con una lividez en el tono, sabían que estaba vivo… me dejaron unas cartas escritas a puño.
En resumen, la muerte cabalga entre los restantes sobrevivientes, la vanguardia de cerca de miles de centurias de civilizaciones. La muerte vaga con forma humana, con gusanos y parásitos sepulcrales en el rostro, con ansías. La muerte, esta acechando con mayor preponderancia entre nosotros. Sí, las personas mueren, pero nunca retornan. ¿Acaso es este el juicio que alguna vez un libro de grandes ventas pero pocas lecturas prometió?
Hasta los datos más certeros que en mi cabeza se acogen, puedo mencionar que cada uno de nosotros –Paola, Rafael, Victor, Liz- intentó regresar a con sus familias. Las comunicaciones se cortaron hace tan sólo unos días, cuando aún caminaba desorientado por la Zaragoza, llegando a la carretera de Texcoco. Unos más volvieron a la “zona cero” intentando averiguar qué había ocurrido.
No puedo continuar con una narrativa tan tranquila, sin esperar que a las afueras de la “mini-fortaleza” que se ha vuelto mi hogar no haya aún gente que trate de sobrevivir y busqué un lugar seguro. Tengo que volver a salir… esta no es más que un puesto de avanzada en esta guerra contra los muertos.
Solamente rezo por qué, lo que sea que los está convirtiendo, no los jerarquice y se vuelvan una potencia de mayor estridencia, sería aún más catastrófico pensar en el hecho de que esas cosas puedan comenzar a tener “rememorizaciones” de sus vidas pasadas. Un pomo, las escaleras, botones de aparatejos tecnológicos, hay mucho al favor humano, y tan poco por que vivir. Espero, que esto, no sea el final, solo un párrafo, ya no una historia sin terminar, tan solo eso. Un fragmento.
Por lo pronto, “Requiescat in pace” familia.
Julio de 2012.

sábado, 16 de junio de 2012

Lo que mal empieza...

Me percaté que Saúl se alejaba de allí y seguí hablando con mis amigas. De pronto llegó Atenas y sonriéndonos nos preguntó como estábamos y en que salón nos habíamos quedado.
Ella al parecer estaba con algunos amigos y se había preocupado por nosotras, después de tranquilizarla un poco. Fernanda y Gaby decidieron dar un paseo por la prepa principalmente las canchas por lo que dejaron que Atenas se quedara a solas conmigo.
-Y ¿Cómo estás tu?-le pregunté analizando sus expresiones.
-Bien… sólo algo extrañada de que todo por aquí esté tan… extraño-comentó mirando hacia las escaleras cercanas a nosotras.-Oye…. ¿Quieres pasear por los edificios? ya estoy algo aburrida.
-Pues… si vamos… así perdemos tiempo…-dije poniéndome de pie con un poco de ánimo.
Subimos por aquellas escaleras cercanas  llegando hasta el tercer piso, pasamos al sanitario para lavar nuestras manos y mojarnos un poco el cabello, al parecer no habían aseado el baño pues  los espejos estaban manchados y ningún cubículo estaba “presentable” Y no es que siempre estuviesen impecables pero por lo menos había uno sólo que era el más requerido por las chicas.
Salimos de allí y comenzamos a caminar por el pasillo; no era de sorprenderse que hubiese varias parejas en pleno apogeo… pero aún así había algo de decencia de lo que logramos escuchar en uno de los salones; al parecer algunos gemidos de placer lo cual nos hizo apresurarnos para salir de allí.
-Es pleno día… -murmuré mientras caminaba-Ya va siendo hora que vengan los prefectos o mínimo algún profesor de eta sección de salones…
-Pues si pero… lo profes están creo desayunando… y como no hay clases… no hay necesidad de venir al salón-me comentó Atenas sonriendo ante mi actitud.
-Es cierto… pero que inmoralidades… mejor vamos a las mesitas o algo sí…-le pedí mientras avanzaba.
De la nada apareció él subiendo las escaleras; sentí como me sonrojaba pues había chocado con él al tener la vista en el piso para evitar caerme, sentí sus manos sobre mis hombros para sostenerme y escuché una risita detrás de mí.
-Emm hola…-susurré tratando de controlarme-No sabía que te habías quedado en la prepa…
-De hecho si… me encontré con mi novia y… tu sabes…-comentó como si nada-Ok era mentira… me quedé en la Mediateca… ya sabes como amo los idiomas y tenía Francés…
-Aaaaa… este… que bien…-comenté cundo me soltó dándome espacio.
-Hola… Atenas ¿cierto?-comentó Ricardo subiendo el escalón que le faltaba.
-¿Cómo estas?-saludó ella sin importancia.
-Bueno chicas… me encantaría quedarme pero… me hablaron mis compañeros para un juego de botella… ¿No quieren ir?
-Este… de hecho queríamos dar una vuelta por la prepa…-le comenté sonriendo.
-Muy bien… entonces será otra vez…-dicho esto se acercó a besar mi mejilla y la de Atenas y se fue.
Caminamos sin decir nada hasta llegar  a los salones de psicología en donde estaban Fernanda, Keren y Gabriela por lo que nos acercamos a ellas. Perdí la noción del tiempo después de escuchar medio escuchar su platica sobre chicos y alguna fiestecilla que iban a hacer cundo todo esto concluyera mientras yo sacaba una libreta y comenzaba a dibujar. La luz fue disminuyendo dejando sentir la tarde llegar por lo que Keren decidió ir por algo para comer a lo cual Fernanda y Gaby la acompañaron, Atenas decidió quedarse conmigo y sólo pedimos agua. Ella estaba contándome algo sobre lo mucho que extrañaba a su familia y sobre todo a su hermoso gato pues se lamentaba que no pudo darle de comer en la mañana y estaba preocupada por quien se había apiadado de él.
Me aburrí de dibujar cosas sin sentido y solté un suspiro cerrando la libreta de golpe. En el instante en que veía a mi profesora de pintura caminar con una mirada de  preocupación en su rostro… Regresé  mi realidad… algo no estaba bien… y la mayor parte de lo alumnos se lo tomaban como un simple juego… era molesto que no se percataran de nada excepto de su satisfacción personal.

lunes, 11 de junio de 2012

Reminiscencia 6


Durante todo el día, no hubo mucho de importancia, el día estuvo impregnado de neblina durante gran parte de la mañana. Fue hasta como a eso de las doce del día, junto con algunos rayos del sol que se filtraban por entre las nubes, que se disipaba a ratos la neblina, no mucho, apenas lo suficiente para darle un aire onírico al día.
En cuanto dejé a Liz, intente encontrar un lugar donde hubiese silencio. La biblioteca estaba cerrada. Pregunté a la encargada que estaba en la entrada y solo me dijo que estaban inventariando el material, cosa que no me creí por ser fechas medias en el ciclo escolar, eso lo hacen cada tercio final del curso, no antes.
Decidí vagar por los lugares que nunca había recorrido. La sección de artes, el estacionamiento, las canchas, el gimnasio. Hasta ese momento, me di cuenta de lo cerrada que estaba mi visión de la prepa. En los dos años que llevo cursándola, nunca me había puesto a ver que más, aparte de los salones a los que me tocaba la clase, había. Encontré lugares para poder estar tranquilo sin que alguien se percatara de su existencia, lugares donde se socializa de verdad, mucho mejor que en las aulas, y cientos y cientos de impulsos que pueden desarrollar variadas mentalidades de las personas… Obviamente, sabiendo cómo sacar el potencial.
La mañana siguió a la tarde, con lentitud en el marcaje del tiempo. Las sombras que se dibujaban en el piso no ayudaban a uno a que se hiciera creer que los minutos eran fugaces. La noche, acostumbrada a desmadrugarse, venia llegando con lentitud para suplir a la luz del sol.
Hasta que de verdad se oscureció, redirigí mis pasos al salón en el que me había “hospedado”, no sin antes pasar a ver como estaba Liz. No me sorprendió encontrarla con una chica, creo que Athenas, hablando entre cuchicheos, porque ambas estaban muy juntas compartiendo mesa. Liz estaba dibujando, prestándole atención a su interlocutora y dejando explotar sus pensamientos en una hoja de papel. Estaba concentrada en ambas cosas… y estaba desesperada, lo logré ver por la mano que le temblaba y las veces en que tuvo que coger el borrador.
Me fui a mi salón… todos, y unos cuantos más, ya estaban dentro acurrucados y contando historias de diferentes vertientes. Era una cacofonía de bajos niveles sonoros, pero una cacofonía… dentro de poco subiría de volumen para que todos oyeran todo.
Como no tenia con quien estar, a todos los del grupo los odiaba, me caían mal por razones que, si las analizara, me serían absurdas, empero, siempre me han funcionado para no sociabilizar con muchas de las personas con las que simplemente no habría siquiera un vínculo amistoso. Aquella chica me parecía una idiota, siempre pesando en cómo se vería con el cabello de otro color; la que siempre se juntaba con ella, se vestía como una meretriz, solo le faltaba dar precios a los que se le acercaban; más a la derecha, dos tipos con un bote de spray para cabello y un encendedor esperando el momento oportuno para rociar un pizarrón con algún garabato y encenderlo; otro de allá, uno de los colados, que no paraba de interrumpir las conversaciones de los demás, aparentando ser gracioso, o simpático, pero no le funcionaba, todos lo “abrían” porque era simplemente molesto desde su presencia, incluso los profesores le prestaban atención nula.
Me fui quedando dormido mientras examinaba los rostros de cada uno de los compañeros… conforme avanzaba entre sus ojos y jetas, más y más me iba enojando, porque simplemente no me sentía parte de una serie de seres superfluos, ignotos, estúpidos e innecesarios…
Antes de verdaderamente quedar dormido, mi último pensamiento fue: Mueran todos ustedes, bestias asquerosas… mueran todas ustedes, pendejos, estúpidos, bazofia…
Me dormí con enojo y los puños apretados, como queriendo estrellar caras contra lo que se pudiera. Sonreí por la simple idea.

miércoles, 16 de mayo de 2012

Reminiscencia: Al amanecer


El sol comenzó a ocultarse mientras seguíamos escuchando a Fernanda, me cansé de fingir que estudiaba y sin más me levanté dispuesta a salir de allí.
Escuché que alguien me llamaba, no supe quien era hasta que sentí que me jalaban de la muñeca haciéndome dar la vuelta.
-¿A dónde vas?- me preguntó Fernanda de manera autoritaria-Si tanto te molesta podemos hacer otra cosa.
-No es eso… no estoy a gusto aquí… -murmuré tratando de zafarme de su agarre-Me siento demasiado frustrada y no me están ayudando….
-Mira si tanto te molestamos pues vete de aquí… no necesitas soportarnos para no sentirte mal con nosotras…-argumentó soltándome de golpe y dándome la espalda.-Ve donde te sientas mas “feliz”-.

Una noche en la prepa, con un montón de compañeros cuchicheando y sin dejar de hablar o de tomarle fotos a las compañeras que están dormidas y mostrando parte de su cuerpo no es agradable. No pude ni conciliar parte del sueño que me aquejaba desde que me acosté en el piso, colocando mis pertenencias bajo mi mochila esperando que nadie me las hurtara.

En lo poco que pude dormir no hubo más que negrura y miles de escenas que ni yo recordaba. Era indescriptible, muchas de esas imágenes marcadas a fuego en mi cerebro eran de novelas de terror, de películas, de cosas sin sentido, todo  ello no hizo más que estragos en mi forma de pensar… hasta antes de que mi celular vibrara y sonara dentro de mi pantalón. Las 4:45 a.m. demasiado temprano para despertarme. Lo apagué y salí silenciosamente sin que alguien me escuchara. En mi trayecto a la puerta, no falto quien me dijera de madres por haberlos despertado con mi celular.

Una vez afuera, encendí el celular… nada de señal, como lo imaginaba. Así que busqué a Beth para ver donde se había quedado ella, ya que no éramos del mismo grupo. Siempre me preocupo por ella, incluso ahora que está lejos de donde yo me encuentro…

Era muy temprano y no había muchas personas en las jardineras del patio central, algunos estaban durmiendo plácidamente, acurrucados en parejas de diversa índole. Me aleje y tomé las escaleras más cercanas al salón, de puerta en puerta, la iba buscando para ver si se encontraba bien. No tarde mucho en buscarla, pues estaba dormida afuera de un salón de clases de los H’s. Mi primer impulso había sido el gritarle para levantarla, sin embargo me detuve para sentarme a su lado y dejar mis cosas a un costado del mío. Debió de percatarse de mí ya que su cuerpo se cayó lentamente en mi regazo, haciéndome imposible el moverme.

Cuando se despertó, a eso de las 7:00 a.m., me miro con sorpresa y se levanto con rapidez de mí.

Salí sin decir nada más cerrando la puerta tras de mi. Me sentía dolida por haber discutido con ella pero era muy tarde para cambiar el pasado, ahora el problema que tenía era donde iba a pasar la noche. Tal vez podría solucionar algo al día siguiente.
Me arrepentí al mirar hacia las jardineras, algunos estaban ya acomodados al aire libre, con sus amigos mientras que yo… no tenía a nadie más…era algo incoherente el querer encontrar un buen sitio donde dormir, más aún si ya había oscurecido.
Después de replanteármelo muchas veces decidí situarme en una de las columnas del mismo edificio. Me acomodé lo mejor que pude cubriéndome con la chamarra que con tanto empeño me obligaron a traer a la escuela aquella mañana y cerré los ojos esperando que pronto llegara el sueño….
“Dolor, miedo…debía de escapar, tenía que hacerlo… me arrastré como pude hacía un lugar en el cual podría considerar seguro, la vista comenzaba a nublárseme mientras sentí como la sangre brotaba de la herida que se encontraba en mi costado izquierdo. Ya no  había más que hacer; sólo esperar la muerte… No pude avanzar más, me encontraba sumamente agotada tras el esfuerzo, poco a poco el sufrimiento comenzó a desaparecer, sólo cerré los ojos dejándome llevar por aquella paz, sin importarme el lugar en el que todo terminaría…”
Abrí mis ojos aún adormilada, sentí que estaba apoyada en algo cálido y muy cómodo… mejor dicho en alguien…Me desperté totalmente y me incorporé rápidamente sintiendo que mi cabeza aún daba vueltas debido a lo rápido que la había movido;  avergonzada lo miré sonreírme como dándome los “buenos días”
-¿Cuánto tiempo llevas aquí? Lo lamento, no sabía que estabas aquí…-me disculpé desviando la mirada.
-Tranquila, ya te dormiste ¿no? Mejor dime ¿qué haces afuera de un salón si se supone que estabas con tus amigas? o eso indago yo- me cuestionó levantándose con esfuerzo.
-Nada…- murmuré evadiendo la pregunta, no quería que se preocupara por mi pequeña pelea.- ¿No deberías estar en clase?- cambié el tema de pronto esperando que él no me sacara la verdad.
-No tengo clases, recuerda que es sábado-me recordó con una sonrisa desdeñosa.
-Y… ¿Por qué estás aquí?- pregunté mientras me acicalaba todo lo que podía el cabello, no me agradaba que él me viese toda despeinada.
-Pues no salí de la prepa y pues…-respondió sin entender lo que le había pedido.
-No, no… Ash, ósea, me refiero a aquí- aclaré señalando el lugar en donde habíamos estado sentados hace un momento.
-¿Qué no puedo buscarte?-cuestionó haciéndome desviar la mirada mientras me sonrojaba.
-Bueno… si…- no sabía que mas decirle, sólo que yo había hecho lo mismo por él. –Vamos a desayunar a la café ¿te parece?-
-Otra vez cambiando el tema… Está bien - aceptó sonriendo –Que me debes un café ¿no?-
-No es cierto, tú eres quien me lo debe, recuerda quien puso tu nombre en la tarea de química-le recordé altaneramente.
Seguíamos peleando aún después de que llegamos a la cafetería. Cada quien pago sus alimentos y nos sentamos en una de las mesitas de cemento que estaban a las orillas de la café. Esperamos nuestros alimentos durante una hora y media, tiempo en el que adoptamos otra posición. Dejamos de pelear para ahora cuestionarnos acerca de que era lo que en realidad pasaba.
-¿Tu crees que haya sido algo como lo de la epidemia?- preguntó mientras traía la bebida de cada uno de nosotros.
-No lo sé, recuerda que en ese entonces estábamos en la secundaria y que habían emitido alerta amarilla, nadie salía ni entraba de sus casas. Aquí es muy diferente la situación-le expliqué mientras calentaba mis manos con el café.
-Cierto, si fuera una epidemia nos hubieran mandado a “chupar faros” a la casa de cada quien y no a encerrarnos-argumentó después de tomar un sorbo de su chocolate.
-Lo que me preocupa aún más es no poder comunicarme con mi familia… -murmuré tomando un sorbo de mi bebida-Conociendo a mi padre… haría lo que fuese para saber cómo estoy…-recordé tratando de sonreír al pensar en lo sobreprotector que él era.
Terminé mi café y clavé mis ojos en los de Saúl tratando de leerle el pensamiento como siempre lo hacía. De esta manera evitaba que él tratara de leer los míos. Aún así pude notar lo mismo que yo sentía: preocupación, enojo, frustración…algo normal en una situación como en la que estábamos.
-¿Crees que sí abran la escuela mañana?-pregunté algo esperanzada-Espero que nos cuenten que ocurre aquí… aunque seguramente nos consideren demasiado inmaduros como para aclararnos todos los hechos…-
-No lo creo- le atajé rápidamente antes de que ella continuara y me desesperara –Es probable que no lo hagan, además, hoy iba a checar la entrada para ver cómo estaba la situación afuera, de seguro hay padres molesto esperando tener noticias sobre sus hijos. Por cierto ¿Hay movimiento en el edificio de iniciación?-
-¿Además de los niños que se quedaron como nosotros? No creo.- Dijo Beth entre sorbo y sorbo de café.
-Bueno, no me quedaré con los brazos cruzados. Iré por mi comida- y Saúl se alejo.
-Me pregunto- me dije una vez que estaba en la cafetería observando con ansías mi comida –Como es que consiguieron que todos estemos tranquilos y nadie, ni los fósiles o los del CGH se han movilizado, esto ya no es normal…-
-¡Apa!- Me gritó desde un lado una voz femenina algo turbada. Me giré y vi a Paola caminando rápidamente a donde yo me encontraba – ¡Apa! Préstame tu celular para hacer una llamada-
-Hola Paola, ¿cómo estás el día de hoy? Yo muy bien, gracias por preguntar…- le dije sarcásticamente. Su mirada cambio para enojarse y contestar a la ofensiva.
-¿Me lo vas a prestar o seguirás de grosero?- Le sonreí. –No, no sirve de todos modos. Llevo toda la noche peleándome con la puta señal y ni una mísera raya se digna a pararse, es lo malo de estar viejo ¿no?-.
-No tengo tiempo para tus pendejadas, mejor hazte a un lado. Por cierto ¿Has visto a Rafael? Llevo rato buscándolo para ver si me prestaba su celular-
-Este… se quedó afuera de la prepa. Quien sabe si haya caminado a su casa o este dando vueltas por las cercanías-…
Mientras él se alejaba, mi mirada se cruzó con la de Fernanda quien al parecer se dirigía hacia mí.
-Hola Beth… tal parece que encontraste compañía anoche…-comentó sarcásticamente.
-Mira Fer… lamento mi actitud anoche pero… de verdad no merezco tus reproches -le reclamé lentamente- Me encontré con él de casualidad…pero como sea… ¿no te has enterado de nada nuevo por tus amigos esta mañana?-le cuestioné cambiando el tema.
-Pues no mucho… aún no tengo señal… y por lo visto los adultos nos ignoran por completo…- murmuró mirando a Gaby acercarse a nosotras
-Gaby… ¿verdad que no hemos visto a los prefectos?- le preguntó a nuestra amiga.
-Si… tal parece que no les interesa lo que hacemos en la prepa sin vigilancia…- comentó feliz al verme platicar con Fernanda como si nada-O tal vez se están encargando de cuidar a los pequeños…
-Puede ser… pero… esto todavía se vuelve más sospechoso… - murmuré mirando hacia donde se encontraba Saúl.
Al parecer él se había dado cuenta de que estaba con Fernanda y por lo visto no quería molestarla, además de que parecía preocupado por lo que le estaba diciendo una de sus amigas… Paola creo que se llamaba.
Dirigí mi mirada a mis acompañantes quienes seguían hablando como si nada, al parecer enfocadas en encontrar a sus otros amigos, que seguramente se habrían quedado fuera de la prepa.
-… Seguramente fueron a mi casa… saben donde es- decía Fernanda cruzándose de brazos- Además mi mamá se quedó ayer con mi hermano.
- Pues no sé… como es César… me da pendiente…- murmuraba Gaby frunciendo los labios.
Me acerqué lo suficiente para ver que Beth tenía compañía a la que yo odiaba… Me aleje disimuladamente, ya después podría hablar con ella de nuevo.

lunes, 26 de marzo de 2012

Reminiscencia 5


Llegó la noche, y la quietud no reinaba en la preparatoria. ¿Hasta hace cuanto escuche una sonora alarma policiaca o un chirrido infernal de llantas? Me parece que hace unas tres horas. Varios de los que estamos internados intentamos infructuosamente de conseguir señal alguna para comunicarnos con los alrededores. Es imposible, ha caído la red. Ni siquiera las computadoras del recinto tienen conexión con internet…
Una vez que dejé a Beth sola, busqué en el estacionamiento una barda lo suficientemente pequeña para poder saltarla y escaparme de la prepa, empero, las bardas y alambradas son armas de doble filo, no permiten entrar ni salir a nadie. Hasta donde pude acercarme, noté que las cuchillas de la alambrada estaban oxidados,  no lo suficiente como para que no hicieran daño alguno. Además, después de la pared rocosa, una alambrada de dos metros flanqueaba las posibles rutas de ingreso y egreso de aquí.
-Así que una noche en la prepa, bueno, al menos estarán los salones disponibles para dormir. Lo malo es… sí. Los compañeros del grupo.-
No podía soportar a más de la mitad de ellos, la otra mitad apenas y le hablaba, y solo unos cuantos eran con los que podía conversar (Rafael, Isaac, Paola…).
Alrededor de las 8:00 p.m. comenzaron a reunirse los grupillos de compañeros, la ley era fácil… si ingresan cinco integrantes a un salón, este le pertenecería al grupo perteneciente. El salón fue uno de los denominados “H” (por “humanidades”), más específicamente el H-224. Un salón amplio, con varias bancas, nadie se quedaría parado. Las bancas, así como las mesas de trabajo, fueron desplazadas a la pared contraria al pizarrón “principal”. Digo principal, porque era el único utilizado para impartir la X materia.
Aún no daban las 11:00 p.m. cuando muchos comenzaron a impacientarse… Lo que me sorprendió (y digo sorprendió porque no encuentro otro término) es que fuera hasta la noche cuando sus inquietudes afloraban, debe tener algo el hecho de que la oscuridad permita que germinen.
- Bien… ¿Qué acaso no pensamos hacer nada para intentar ver a nuestros familiares en el exterior?- Menciono inquieta una compañera…
- Aunque quisiéramos hacer algo, no lo conseguiríamos, hay cámaras ocultas en la prepa- Le contesto Isaac, un compañero que le encantaba decir “fuck” a cada rato, además de adicto a la coca (“una coca por día y seré como Arteaga”), era solo un poco más alto que Yo.
- ¿Y que con ello? La mayoría de las cámaras ni siquiera son operarias- Le refuto Paola.
- Bueno, evitando las cámaras ¿Qué me dices de las altas verjas? Además ¿no has olvidado el alambre cuchillas que esta encima de la barda amarilla?- Contesto un compañero más.
Decidí no involucrarme en una conversación que giraría en círculos al menos durante la próxima media hora, culminando con que alguien comenzara a llorar histéricamente. Salí al pasillo, al menos podría estar absorto en mis pensamientos durante un rato. Era extraño, desde que se había puesto en “cuarentena” la escuela, ningún adulto, a excepción de los profesores, en quienes sus rostros delataban una profunda depresión, se había visto rondar los pasillos. Y hasta entonces, apagué mi celular, esperanzado en que todo ocurriría rápido.

miércoles, 7 de marzo de 2012

Llora mientras puedas pequeña niña...

Decidí no regresar al salón después del breve encuentro con Saúl, al parecer no se había enterado de que abrirían hasta el domingo lo cual no me sorprendió mucho debido a que aún era un secreto a voces.

Caminé hacia los salones en los que impartían Psicología, a un lado del estacionamiento, necesitaba sentarme en algún lugar en el que pudiera pensar en todo lo que estaba viviendo además me sentía con demasiada tensión; sabía que estar encerrada en un salón no me serviría para tranquilizarme y podría perturbar a las personas con las que pasaría la noche.

Había decidido no preocuparme por nada y ser positiva pero en una situación así no lograba hacerlo. Recordaba que había quedado de ir con mis padres y mi hermano al cine; saqué mi celular de mi bolsillo y marqué el número de mi hermano... directo al buzón de voz. Decidí tratar nuevamente con el de mi padre y seguía pasando lo mismo.

Verifiqué la hora en mi reloj de pulsera, eran las 2 de la tarde, el tiempo había transcurrido sin percatarme, no podía salir de la prepa y no podía comunicarme con mi familia. Sentía la frustración en cada parte de mi cuerpo, no podía evitar sentirme aislada de todo aunque sabía que no era la única en esa situación.
Comenzó a invadirme el temor de que algo pudiera pasarles, sentí un gran nudo en mi garganta y  poco a poco las lágrimas se desbordaban de mis ojos, resbalando por mis mejillas.Rodeé con mis brazos las rodillas y dejé que el llanto siguiera embargando todo mi ser. No recuerdo quién me había dicho que era bueno desahogarse si enfrentas una situación difícil pues así podrías ser más fuerte y puedes resistir la prueba.

Lloré en silencio tratando de ocultar mi rostro entre mi cabello evitando de esta manera las miradas curiosas de los que iban pasando por allí. Al poco rato sentí que alguien acariciaba tiernamente mi cabeza lo cual provocó que alzara el rostro para averiguar quien se había percatado de mi estado de ánimo.

-¿Te encuentras bien?-inquirió con la preocupación surcando su rostro al ver las lágrimas-Beth… ¿deseas hablar?-al decir esto se sentó a mi lado y tomó mi mano izquierda.

Limpié mis mejillas y traté de sonreír a manera de agradecimiento por haberse preocupado por mí.

-No Gaby… no es nada…-murmuré desviando la mirada y traté de aclarar mi garganta.

-No puedes ocultarme nada… te conozco muy bien… tú no lloras por nada…-respondió pasando un brazo por mis hombros y juntando nuestras cabezas.-Sé que estás preocupada, creo que todos nosotros lo estamos, no estas sola… no temas demostrar tus sentimientos…

-Es difícil hacerlo… no quiero causarles molestias…-le respondí avergonzada-Además… me preocupan demasiado mis padres, debía verlos hacía una hora, no he podido comunicarme con ellos… -Pasé una mano por mi cabello y lancé un suspiro-Todo esto me saca de mis casillas…

-Lo sé Beth… en verdad  no entiendo cómo no nos dicen nada, merecemos saber que ocurre…-argumentó Gaby mientras se ponía de pie.-Pero es momento de irnos a otro lado, Fernanda de estaba buscando, está preocupada por ti…

-Si vamos… pero ¡No le digas que me viste llorando por favor!-le pedí levantándome y tratando de sonreír de una manera más convincente.

En este momento siento un poco de vergüenza al haberme mostrado tan débil si aún era el inicio de esta pesadilla, ahora no puedo siquiera darme el lujo de querer derramar una sola lágrima. Me rió de aquella niñita ingenua que se asustaba si veía una araña cerca….Pero ya me estoy desviando de mi relato, tantas noches sin poder dormir me hacen sentirme aturdida…
Regresamos al aula después de caminar hacia las mesitas de ajedrez, pues era el camino más corto hacia el lugar en donde dormiríamos.

Alcé la mirada hacia la ventana del H-103 y pude notar la silueta de Fernanda que al parecer no se había percatado de que la mirábamos. Gaby me jaló del brazo para llevarme hacia el interior del aula, con esto logró que nuestra amiga reaccionara y se dirigiera hacia la puerta con el celular en la mano, tal parecía que estaba escuchando música, cuando nos vio sonrió aliviada y esperó a que nos acercáramos a ella.

-¿Encontraste algo nuevo?-me preguntó tratando de leer mi rostro.

-Emm no… sólo me topé con Saúl…-le informé entre dientes al recordar que no se llevaban muy bien.-Al parecer todos están igual de informados que nosotras…

-Mejor estudiemos algo… así podremos distraernos de todo esto…-nos pidió llevándonos a una esquina posterior-Veamos…¿ les parece bien Biología?

Gaby y yo nos miramos confundidas, no esperábamos esa reacción de nuestra amiga ante la situación en la que nos encontrábamos pero decidimos seguir su idea sabiendo que si la contradecíamos resultaríamos perjudicadas.

miércoles, 29 de febrero de 2012

Nunca hagas planes antes de tiempo


Decidí que era tiempo de escribir, algo por que enfocar mi vida en estos momentos de preocupación. Plasmaré lo poco que recuerdo con la esperanza de no perder ningún detalle y averiguar que estoy haciendo aquí.
Primero diré que me llamo Lizbeth y si, vivo en una especie de pesadilla de la que no puedo despertar, deseaba cumplir mis planes, como todo adolescente pero no contaba con que ese día cambiaría todo en mi vida...
Todo había transcurrido de manera normal. Las clases eran las que más me aburrían, mientras los profesores  trataban de aportar algo a nuestras mentes adolescentes.
Estaba tan absorta en mis pensamientos y en el dibujo que estaba haciendo  que no me di cuenta de la hora hasta que escuché la voz de uno de mis compañeros de los que no recordaba su nombre.

-¿Estás bien Beth?-preguntó él acuclillándose frente a mi mientras clavaba sus ojos castaños en los míos.
-¿Eh? ¿Qué pasó?-respondí parpadeando e incorporándome en el asiento.
-Ya terminaron las clases no escuchaste a…-me avisó mientras bajaba la vista hacia mi libreta, agregando con tono burlón-Parece que te regresé al mundo real…pero dibujas bien…

Sentí como me sonrojaba mientras desviaba la mirada y guardé mi libreta. Me despedí de él algo apenada y me dirigí hacia mi refugio favorito en aquel tiempo: La biblioteca, era momento de buscar algo con que divertirme el fin de semana y que mejor compañía que algún libro. Venía pensando en que podría leer cuando sentí algo en el bolsillo de mi pantalón, seguramente era un mensaje así que saqué mi celular y leí en la pantalla:

“¿Dónde estás hermanita? Fui a tu salón y no había nadie…Nos vemos en los LACE, debemos organizarnos para el cumpleaños de Atenas…”

Me detuve en seco frente a las ventanillas, había olvidado que pronto sería el cumpleaños de Atenas, además debíamos decidir que pastel compraríamos y a donde lo celebraríamos, desvié mi ruta para encontrarme con Fernanda, mi hermana postiza. La encontré sentada en las escaleras inmediatas al pequeño auditorio LACE y al verme se incorporó y se cruzó de brazos.

-¡¡BETH!!-me regañó frunciendo el ceño-¡¡Habíamos quedado de vernos en tu salón!!
-Si hermanita pero… decidí ir a buscar un libro y luego regresar por ti-mentí para salvarme de que me reclamara aún más.

Me senté a su lado y comenzamos a planear como sorprenderíamos a nuestra amiga además de que haríamos para entretenerla y llevarla al lugar en donde sería su fiesta.
Después de media hora terminamos de organizarnos cuando escuchamos gritos que parecían de protesta por parte de los alumnos y nos dirigimos hacia un grupo de personas en el pasillo central.

-¿Qué ocurre?-les preguntó Fernanda mientras yo dirigía mi mirada hacia la entrada, frente a la cual estaba una multitud encolerizada.
-Cerraron la prepa… ¡¡pero lo peor es que no nos dicen porque!!-nos informó una chica haciéndome voltear a verla asustada.
-Pero… ¡¡porque con nosotros dentro!!-me quejé frunciendo el ceño-Debía llegar temprano a mi casa…
-Yo iba a ver una película con mis padres pero cuando les pregunté a los que custodiaban la entrada  me dijeron que tal vez la abrían el domingo…-me informó Alan que se había acercado después de picarme las costillas.

El domingo… sólo eso me faltaba, que me arruinaran mi fin de semana perfecto. Lo que me comenzó a preocupar era ¿Por qué cerraron la prepa y no nos informaron la razón? ¿Qué sería tan malo como para causar tanto alboroto?
Debía avisarles a mis padres así que me dirigí nuevamente a los LACE y sentándome en una de las bancas mas cercanas saqué mi celular y marqué el numero de mi padre…

-Demonios…-murmuré cerrando el celular de golpe-No hay señal…
-Cálmate… o me pondrás peor…-me advirtió mientras sacaba los audífonos de su celular-Escuchemos música para calmarnos, más tarde seguiremos preguntando que pasó aquí.

Todo esto era muy extraño, más aún cuando nos dijeron que debíamos buscar donde dormir. Me sentía preocupada por mi familia y más aún por quedarme en un sitio que no era muy cómodo con personas a las que casi no conocía.
Encontramos a nuestros amigos entrando a un salón de ciencias, el H-103 así que dejé mi mochila a su cuidado y me dirigí hacia la entrada para ver si encontraba más información.
Muchos de los que serían mis compañeros de “prisión” seguían platicando en las jardineras con los rostros serios, tratando de tranquilizarse con sus amigos. No le di tanta importancia y traté de encontrar algún rostro familiar.

lunes, 20 de febrero de 2012

Reminiscencia 4


Sobresaltado, me levanté rápidamente y me puse en guardia, esperando defenderme, las tripas restantes cayeron sin querer y rodaron un poco por el suelo. Me maree, ya fuera por la rapidez con la que me levante o porque la falta de sangre ya comenzaba a hacer sus estragos, me decline hacia la izquierda, apoyándome en la pared. Cerré los ojos lentamente, el ente seguía ahí, como sorprendido por el movimiento rápido… Es aquí donde no logro conectar en mis pensamientos como es que me lo quite de encima, pero lo hice. Volví a abrir mis ojos.
Estaba acostado. Instintivamente baje la mirada, el suéter y playera que llevaba puestas estaban completas, ni un rasguño. Y las tripas seguían en su lugar.
Pero… no fue la pesadilla lo que me despertó de golpe, sino el hecho de que me estaba atragantando… bueno, no exactamente. La sensación que se siente cuando la garganta está completamente reseca, como cuando uno está enfermo. Aspiré por la nariz, haciendo que el acto reflejo de toser se presentara casi instantáneamente. Después de un rato de casi escupir bilis, me reincorpore, con ojos llorosos por el esfuerzo que se hace ante tal situación.
Volví a aspirar, pero no con la misma fuerza, sino lenta y relajadamente. Saqué mi celular y vi la hora. Las 11.40 de la mañana. Treinta minutos desde la última vez que lo vi. Treinta minutos que se me fueron eternidades. Las eternidades que nos marcaron el inicio.
Respingué y me volvió el ataque de tos. Esta vez, algo había percibido que no me dejo respirar con facilidad como la primera vez. No estaba enfermo, lo sabía de antemano, me remití entonces a algo del ambiente. Un aroma penetrante, secante y mortecino me inundo las narinas con prontitud. Trate de discernir que aroma era el que percibía. Algo en mi mente hizo “click” y me recordó los años mozos en los que ayudaba a un tío mío a reparar el motor de varios automóviles. Más que nada, cuando se tenía que limpiar el engranaje con la gasolina que le sacábamos a los tanques del auto…
-¿así que alguien está jugando con gasolina?- Una voz sarcástica escuche a mis espaldas. No la reconocí instantáneamente. Una vez que me gire, supe quien la estaba produciendo.
-Demonios, tu aquí…-
-Sí, me alegra que no me hayas olvidado ¿Cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que conversamos o mínimo me vieras?- Se acercaba con seguridad, paso a paso, acortando la distancia.
-No tengo tiempo para esto. ¿Sabes algo de lo que está pasando allá afuera?-
-Nop, nada… me quede encerrado junto contigo ¿no es así?-
Hice como que no lo escuche, comencé lentamente a moverme a la entrada. Quizá y ya la habían abierto.
-Será mejor que comiences a buscar a tus compañeros. No saldrás hoy de la prepa-
-¿Y qué carajos te hace pensar eso?- Le dije sin voltearme, sabiendo que él me seguía a prudente distancia –apenas apareciste y parece que sabes más de la situación que los que estamos presentes-.
-Es lógico ¿es que acaso no lo ves? Algo pasa ahora, que ingenuo eres…- y rió en voz pasiva.
-Cierra ya esa puta boca, no estás aquí-
-¿a quién le gritas?-
-A este hijo de… oh- Me detuve a mitad del insulto y me calle.
-¿A quién?- Inquirió de nuevo la suave voz.
-A este tipo…-
-Debió de haberse ido ya porque yo no veo a nadie- dijo mientras sus ojos me examinaban la jeta.
-No tiene importancia. ¿No te habías ido de la prepa apenas salimos?-
-No. Me encontré con mi “hermana” querida-
-Ok… demasiada información por hoy, Beth…-
Me dirigí a la puerta principal, esperando que ese sujeto no tuviera razón en lo que había dicho.
-¿Vas a la entrada? Mejor busca a tus amigos y un salón para dormir. No van a abrir hasta el domingo-.
-¿Quién dijo eso?-
-Lo corrieron como un rumor entre varios alumnos-
-Vaya, eso si que es ser cobarde, como sea-
Deje pasar el tiempo desde que me encontré con Beth. De ahí llego la noche. Y nada más.

domingo, 5 de febrero de 2012

Una mancha negra.


Cuando me detuve noté que había llegado al puente que cruzaba la avenida Churubusco. Era un puente pequeño, apenas tres personas podrían pasar a través de él al mismo tiempo con gran molestia, sin embargo, la mayor parte del tiempo estaba vació y ese día no era la excepción. Pensé por un momento si debería subir o regresar, aún tenía que encontrar a mis compañeros para reclamarles por haberme hecho esperar y no tenía intención de encontrarme con esa chica tan de cerca otra vez hasta poder controlar mis nervios, así que decidí dirigirme a la prepa. Intenté imaginar donde más podría encontrar a mis amigos, si no estaban en plaza en horario de clases el único otro lugar en el que podrían estar era dentro de las instalaciones del plantel. La decisión parecía obvia.

            Mientras subía noté algo extraño en el cielo. Había una nube negra manchando el mar azul de blancas nubes. Seguí subiendo por la escalera hasta llegar a la parte más alta donde las ramas de los árboles no estorbaban mi visión del cielo. Observé a lo lejos una columna de humo que se elevaba desde el suelo a muchos metros de altura y que alimentaba la mancha negra del cielo. No me era posible ver el origen del humo, parecía que se encontraba lejos y se perdía en la franja café, donde el cielo y los edificios de la ciudad se fundían con las montañas, delimitando los límites de los terrenos humanos. La visión me sorprendió, desde mi perspectiva era un incendio, pero el humo era demasiado para ser un incendio normal.

            Súbitamente el sonido de sirenas de policía llenó el tranquilo ambiente. Giré la cabeza, sorprendido por el estruendoso deambular de las patrullas, y vi como pasaban velozmente por debajo del puente varias patrullas seguidas de un camión de bomberos mientras que los coches se orillaban para permitirles el paso, todas avanzaban en dirección a la columna de humo. Las seguí con la mirada un momento para asegurarme que era el asunto del humo el que las llamaba y no alguna otra cosa que hubiera pasado por alto. Las patrullas efectivamente siguieron en línea recta como lo había predicho.

            Era en realidad un acontecimiento que no parecía ser demasiado extraño como para prestarle más atención de la que ya le había prestado, después de todo en la Ciudad de México una escena donde los policías o los bomberos tomaran parte era algo normal. Estábamos acostumbrados a manifestaciones, incendios, accidentes, explosiones, inundaciones, terremotos y otros fenómenos similares, siempre actuando rápidamente ante situaciones de emergencia. Retomé mi camino y crucé el puente para llegar a la entrada de la preparatoria 2.

            Antes de bajar las escaleras metí la mano a la bolsa de mi pantalón de mezclilla azul. Tras unos instantes de búsqueda entre monedas y credenciales lo encontré: un pequeño y delgado celular negro que cabía en la palma de mi mano, bastante maltratado y ya algo obsoleto, por cierto, pero un celular al fin y al cabo. Cuando lo saqué tenía la intención de revisar la hora y volverlo a guardar, pero había una notificación en la pantalla cuando intenté ver el reloj:

“Saul Aparicio te ha enviado un mensaje”

<<Bien —pensé— parece que Saúl me avisa de nuevo que no vendrá y que ya está camino a su casa. >>

Abrí el mensaje y me encontré con una frase que me tomó por sorpresa y que logró perturbarme bastante:
“La prepa está cerrada ¿Qué chingados está pasando allá afuera?”.

Tras leer la pregunta me sobresalté y vi la hora del mensaje: “11:11 am”, eran casi las once y media, y había quedado de verme con el y los demás en Plaza Río a las once diez, así que el mensaje explicaría su tardanza.

<<¿Pero por qué no vi el mensaje si revisé el celular varias veces? —me pregunté desesperadamente. >>

Un segundo después el significado del mensaje se hizo presente en mi cabeza y reaccioné: “La prepa está cerrada". Guardé rápidamente el celular en la bolsa y bajé las escaleras deprisa. Una pequeña multitud de alumnos jóvenes se encontraba junto a la puerta ya cerrada de la prepa, reclamando a los vigilantes que daban instrucciones desde el otro lado de la reja de barrotes amarillos con expresiones preocupadas que demostraban su impotencia ante los extrañados y molestos jóvenes.

Más sonidos de patrullas se hicieron presentes y se mezclaron en el aire con las miles de voces que resonaban en mi cabeza mientras intentaba comprender lo que sucedía a mi alrededor.

viernes, 3 de febrero de 2012

Reminiscencia 3


Una vez recostado en el patio de las mesitas, y con algo de sueño, con el antebrazo cubriéndome los ojos, esperaba tan solo que el día volviera y pudiera largarme de la escuela. Ignoraba lo que sucedía en las afueras de la prepa, simplemente no era necesario dar explicaciones a lo desconocido. Empero… aún había dos amigos fuera. No habían contestado a nuestro mensaje. “La prepa está cerrada ¿Qué chingados está pasando allá afuera?” eso si podía rememorarlo, pero parecía no tener algún significado ahora.

Mientras mi cabeza divagaba por todo este escenario, la lucidez de la mente comenzaba a mermarse, el sueño ya se estaba apoderando de mí, a pesar de ser aún temprano. Como eso de las seis de la tarde. Aunque debo admitir que el suelo de las mesitas es muy reconfortante, invita al sueño. Intente no quedarme dormido, pero al quitar el velo carnoso de mis ojos, y olfatear con fuerza, sentí la muerte a un lado mío, literalmente. Vi una sombra que me cubría el sol. Sentí un líquido viscoso que cayó en mi frente. Me limpie y note que era saliva. Antes de que pudiera hacer algo, moverme, gritar o atacar, se abalanzo contra mi ese, ahora que lo veía tan cerca, ser humano. Varios mechones de cabellos parados le colgaban de la cabeza, la ropa que llevaba estaba ensangrentada, sucia y maloliente, debió de haberse orinado encima. De todo esto me percaté desde su estado de pie a su arrodillamiento a un costado mío. Y las manos se insertaron en una de mis cuencas oculares, sacando mi ojo. Gritando y manoteando sin sentido. Podía observar con ese ojo, era la de un camaleón mi visión, se acercó a la putrefacta boca, con pedazos faltantes de carne, y cicatrizaciones muertas, verduzcas. La introdujo sin ningún pesar... mordió, con fuerza. Yo enloquecía con los gritos, tratando de librarme, pero nada era suficiente.

Con parsimonia y fuerza, destrozo mi playera y clavo sus manos como si de dos cuchillas se tratase. Encontró resistencia por parte de la piel, pero no desalentó su acción. En poco tiempo, las tripas estaban a la intemperie. Me zarandeaba, pero ¿Qué podía esperar? Ya estaba yo muerto...

Removía, pedazo tras pedazo de intestinos y órganos, esperando que atrás de ellos hubiera un festín. La carne hacia un ruido pegajoso y grotesco al pegar contra el pavimento…

martes, 24 de enero de 2012

Notas (1)

El frío me cala hasta los huesos y cada vez mi mente se siente más cansada. Ayer por fin decidí comenzar a escribir estos fríos recuerdos temerosa de volverme loca; utilizaré esta libreta que por portada lleva el título de "Ética" (siendo sincera nunca creí que este cuaderno sirviera realmente de algo)

Mi nombre es Paola, bueno, al menos eso creo, mi memoria no funciona bien tras dos semanas sin pegar ojo, y ciertamente dormir no es una opción factible para ninguno de los que nos encontramos aquí.
 
No pretendo mentir, ni mucho menos inventar una historia ficticia de lo que aquí ha ocurrido. Solo me gustaría saber que es un sueño, pero, como sea, no he podido despertar.

Mi mano tiembla y me asusta pensar que me encuentren. De todos modos seguiré con esto.

Comenzó todo parecido a una broma de muy mal gusto por parte de los llamados "porros". Yo tenía que terminar un trabajo de Historia de México, y los que me conocen bien saben que no me ando con rodeos en los trabajos de equipo.

Brenda me esperaba con libros de aquella materia en las manos. Nos sentamos en las mesas de piedra con motivos ajedrezados que se encuentran en uno de los patios laterales de la escuela. Esperábamos a que Saúl      llegara para poder terminar el trabajo e irnos lo más rápido posible a casa...

No recuerdo más de esa escena, tanto el miedo como el sueño han bloqueado de mi mente muchas cosas. Sólo se que poco después me aterré, nada estaba bien. Palabras iban y venían, nadie sabía que sucedía. se oyó un grito no muy lejano que anunciaba el cierre de las puertas de todo el edificio escolar.

Intenté correr a la entrada, pero los prefectos me detuvieron
   -No hay paso, señorita- gritaban.
La desesperación e incertidumbre era lógica entre todos los alumnos ignorantes de lo sucedido.

Nadie decía nada.

lunes, 2 de enero de 2012

Un día común.


“Un día común. La luz naranja del amanecer viaja entre los edificios. El cielo se aclara, las nubes van de un lado a otro y se deshacen poco a poco. Así es el inicio de un día cualquiera.”

Llevaba ya largo rato esperando a mis compañeros, quienes no se aparecían cargando consigo ya veinte minutos de retraso y la desesperación se empezaba a hacer presente en mí. Pocas cosas no toleraba y una de ellas era la impuntualidad. Pedí una botella de agua y le pagué a la mujer que atendía la tienda. Volví a mirar a mi alrededor para ver si alguien ya había llegado. Vacío, el pasillo estaba vacío. La mujer colocó la botella de agua sobre el mostrador y preguntó si se me ofrecía algo más, le dije que no y tomé la botella. El agua estaba fría aunque la había pedido al tiempo, pero no le presté importancia y decidí retirarme.  No los esperaría más tiempo.
           
    Tomé mis cosas del suelo y empecé a caminar. Todas las personas se encontraban demasiado ocupadas jugando videojuegos como para prestarle atención a lo que sucedía en los pasillos. Caminé hacia la esquina del pasillo, pero al llegar me detuve sobresaltado y me pegué a la pared de un brinco para esconderme. Con la mano derecha en mi pecho agarré el tirante de mi mochila e intenté tranquilizarme. Hacía ya meses que la había dejado de seguir, sin embargo la seguía encontrando donde quiera que fuera.

 Respiré una vez más y asomé la cabeza para ver si me había visto, entonces fue que noté que estaba sola. Por lo general  cuando la veía se encontraba con alguien, pero no era así esta vez. Me daba la espalda y parecía que estaba buscando algo con la mirada perdida en el pasillo que daba a la salida. Me le quedé viendo unos instantes admirando su ondulado cabello negro, hipnotizado. De pronto noté que ella se había dado la vuelta y me miraba con extrañeza. Fijé mi mirada en sus ojos y para cuando recuperé la conciencia de lo que estaba pasando ella ya se encontraba a menos de dos metros de mí con expresión decidida. ¿Decidida a qué? Pensé que se acercaría para reclamarme y me asusté. Instintivamente corrí por el pasillo, bordeando las pequeñas manzanas que formaban los comercios de la plaza para encontrar otra salida. No estoy muy seguro de si me siguió en ese momento, pero recuerdo haber escuchado pisadas tras de mí y una voz que gritaba mi  nombre.

“¡Rafa!” Gritó la voz, pero el eco se perdió entre el techo y los pasillos y yo no voltee atrás hasta que me encontré fuera de aquel lugar.