viernes, 13 de julio de 2012

Reminis...


Una vez más, mi celular sonaba a las 6:45 a.m. hora en la que siempre me levantaba para directamente conectarme a internet y jugar videojuegos… Y, de nuevo la mentadera de madre no se hizo esperar. No me importo, llevaba más de media hora despierto, tan solo buscando una excusa para salir del salón.
En cuanto estuve afuera, el frío aire de la transición otoño-invierno me dio de lleno en el rostro. Mis pensamientos divergían en diferentes direcciones. No había idea concreta por la que empezar…
-De nuevo temprano ¿eh?-
-Sí, tu deberías estar durmiendo, Paola-
-Si… debería, pero el proyecto de historia no me deja dormir, espero que ya lo hayas acabado, recuerda que es para mañana-.
-¿Realmente piensas que lo van a tener nuestros compañeros?-
Suspiró y me contestó -¿De verdad crees que le importa que estuviéramos dentro de la prepa todo el fin de semana? Sabes que no, a él le importa poco ¿o tengo que recordarte cuando casi nos quita una evaluación por culpa de los noviecitos del grupo?-…
Desgraciadamente, no puedo continuar escribiendo. Sé que poco a poco, esto volverá a carecer de sentido, una locura, inclusive a sabiendas de que trato de redactarlo conforme a los hechos cronológicos que supongo que acontecieron de tal forma… No, no es posible mantener una concordancia con lo que sucedió hace varios meses en la prepa y lo que paso hace unos días en las afueras de mi hogar… o lo que queda. Tuve que deshacerme de los cuerpos de mi familia. No sufrieron, durmieron mientras dormían, intoxicados por monóxido de carbono. Mis padres y mi hermana tenían un color rojizo hermoso, parecía como si se hubieran maquillado, la piel con una lividez en el tono, sabían que estaba vivo… me dejaron unas cartas escritas a puño.
En resumen, la muerte cabalga entre los restantes sobrevivientes, la vanguardia de cerca de miles de centurias de civilizaciones. La muerte vaga con forma humana, con gusanos y parásitos sepulcrales en el rostro, con ansías. La muerte, esta acechando con mayor preponderancia entre nosotros. Sí, las personas mueren, pero nunca retornan. ¿Acaso es este el juicio que alguna vez un libro de grandes ventas pero pocas lecturas prometió?
Hasta los datos más certeros que en mi cabeza se acogen, puedo mencionar que cada uno de nosotros –Paola, Rafael, Victor, Liz- intentó regresar a con sus familias. Las comunicaciones se cortaron hace tan sólo unos días, cuando aún caminaba desorientado por la Zaragoza, llegando a la carretera de Texcoco. Unos más volvieron a la “zona cero” intentando averiguar qué había ocurrido.
No puedo continuar con una narrativa tan tranquila, sin esperar que a las afueras de la “mini-fortaleza” que se ha vuelto mi hogar no haya aún gente que trate de sobrevivir y busqué un lugar seguro. Tengo que volver a salir… esta no es más que un puesto de avanzada en esta guerra contra los muertos.
Solamente rezo por qué, lo que sea que los está convirtiendo, no los jerarquice y se vuelvan una potencia de mayor estridencia, sería aún más catastrófico pensar en el hecho de que esas cosas puedan comenzar a tener “rememorizaciones” de sus vidas pasadas. Un pomo, las escaleras, botones de aparatejos tecnológicos, hay mucho al favor humano, y tan poco por que vivir. Espero, que esto, no sea el final, solo un párrafo, ya no una historia sin terminar, tan solo eso. Un fragmento.
Por lo pronto, “Requiescat in pace” familia.
Julio de 2012.

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