El frío me cala hasta los huesos y cada vez mi mente se siente más cansada. Ayer por fin decidí comenzar a escribir estos fríos recuerdos temerosa de volverme loca; utilizaré esta libreta que por portada lleva el título de "Ética" (siendo sincera nunca creí que este cuaderno sirviera realmente de algo)
Mi nombre es Paola, bueno, al menos eso creo, mi memoria no funciona bien tras dos semanas sin pegar ojo, y ciertamente dormir no es una opción factible para ninguno de los que nos encontramos aquí.
No pretendo mentir, ni mucho menos inventar una historia ficticia de lo que aquí ha ocurrido. Solo me gustaría saber que es un sueño, pero, como sea, no he podido despertar.
Mi mano tiembla y me asusta pensar que me encuentren. De todos modos seguiré con esto.
Comenzó todo parecido a una broma de muy mal gusto por parte de los llamados "porros". Yo tenía que terminar un trabajo de Historia de México, y los que me conocen bien saben que no me ando con rodeos en los trabajos de equipo.
Brenda me esperaba con libros de aquella materia en las manos. Nos sentamos en las mesas de piedra con motivos ajedrezados que se encuentran en uno de los patios laterales de la escuela. Esperábamos a que Saúl llegara para poder terminar el trabajo e irnos lo más rápido posible a casa...
No recuerdo más de esa escena, tanto el miedo como el sueño han bloqueado de mi mente muchas cosas. Sólo se que poco después me aterré, nada estaba bien. Palabras iban y venían, nadie sabía que sucedía. se oyó un grito no muy lejano que anunciaba el cierre de las puertas de todo el edificio escolar.
Intenté correr a la entrada, pero los prefectos me detuvieron
-No hay paso, señorita- gritaban.
La desesperación e incertidumbre era lógica entre todos los alumnos ignorantes de lo sucedido.
Nadie decía nada.