lunes, 26 de marzo de 2012

Reminiscencia 5


Llegó la noche, y la quietud no reinaba en la preparatoria. ¿Hasta hace cuanto escuche una sonora alarma policiaca o un chirrido infernal de llantas? Me parece que hace unas tres horas. Varios de los que estamos internados intentamos infructuosamente de conseguir señal alguna para comunicarnos con los alrededores. Es imposible, ha caído la red. Ni siquiera las computadoras del recinto tienen conexión con internet…
Una vez que dejé a Beth sola, busqué en el estacionamiento una barda lo suficientemente pequeña para poder saltarla y escaparme de la prepa, empero, las bardas y alambradas son armas de doble filo, no permiten entrar ni salir a nadie. Hasta donde pude acercarme, noté que las cuchillas de la alambrada estaban oxidados,  no lo suficiente como para que no hicieran daño alguno. Además, después de la pared rocosa, una alambrada de dos metros flanqueaba las posibles rutas de ingreso y egreso de aquí.
-Así que una noche en la prepa, bueno, al menos estarán los salones disponibles para dormir. Lo malo es… sí. Los compañeros del grupo.-
No podía soportar a más de la mitad de ellos, la otra mitad apenas y le hablaba, y solo unos cuantos eran con los que podía conversar (Rafael, Isaac, Paola…).
Alrededor de las 8:00 p.m. comenzaron a reunirse los grupillos de compañeros, la ley era fácil… si ingresan cinco integrantes a un salón, este le pertenecería al grupo perteneciente. El salón fue uno de los denominados “H” (por “humanidades”), más específicamente el H-224. Un salón amplio, con varias bancas, nadie se quedaría parado. Las bancas, así como las mesas de trabajo, fueron desplazadas a la pared contraria al pizarrón “principal”. Digo principal, porque era el único utilizado para impartir la X materia.
Aún no daban las 11:00 p.m. cuando muchos comenzaron a impacientarse… Lo que me sorprendió (y digo sorprendió porque no encuentro otro término) es que fuera hasta la noche cuando sus inquietudes afloraban, debe tener algo el hecho de que la oscuridad permita que germinen.
- Bien… ¿Qué acaso no pensamos hacer nada para intentar ver a nuestros familiares en el exterior?- Menciono inquieta una compañera…
- Aunque quisiéramos hacer algo, no lo conseguiríamos, hay cámaras ocultas en la prepa- Le contesto Isaac, un compañero que le encantaba decir “fuck” a cada rato, además de adicto a la coca (“una coca por día y seré como Arteaga”), era solo un poco más alto que Yo.
- ¿Y que con ello? La mayoría de las cámaras ni siquiera son operarias- Le refuto Paola.
- Bueno, evitando las cámaras ¿Qué me dices de las altas verjas? Además ¿no has olvidado el alambre cuchillas que esta encima de la barda amarilla?- Contesto un compañero más.
Decidí no involucrarme en una conversación que giraría en círculos al menos durante la próxima media hora, culminando con que alguien comenzara a llorar histéricamente. Salí al pasillo, al menos podría estar absorto en mis pensamientos durante un rato. Era extraño, desde que se había puesto en “cuarentena” la escuela, ningún adulto, a excepción de los profesores, en quienes sus rostros delataban una profunda depresión, se había visto rondar los pasillos. Y hasta entonces, apagué mi celular, esperanzado en que todo ocurriría rápido.

miércoles, 7 de marzo de 2012

Llora mientras puedas pequeña niña...

Decidí no regresar al salón después del breve encuentro con Saúl, al parecer no se había enterado de que abrirían hasta el domingo lo cual no me sorprendió mucho debido a que aún era un secreto a voces.

Caminé hacia los salones en los que impartían Psicología, a un lado del estacionamiento, necesitaba sentarme en algún lugar en el que pudiera pensar en todo lo que estaba viviendo además me sentía con demasiada tensión; sabía que estar encerrada en un salón no me serviría para tranquilizarme y podría perturbar a las personas con las que pasaría la noche.

Había decidido no preocuparme por nada y ser positiva pero en una situación así no lograba hacerlo. Recordaba que había quedado de ir con mis padres y mi hermano al cine; saqué mi celular de mi bolsillo y marqué el número de mi hermano... directo al buzón de voz. Decidí tratar nuevamente con el de mi padre y seguía pasando lo mismo.

Verifiqué la hora en mi reloj de pulsera, eran las 2 de la tarde, el tiempo había transcurrido sin percatarme, no podía salir de la prepa y no podía comunicarme con mi familia. Sentía la frustración en cada parte de mi cuerpo, no podía evitar sentirme aislada de todo aunque sabía que no era la única en esa situación.
Comenzó a invadirme el temor de que algo pudiera pasarles, sentí un gran nudo en mi garganta y  poco a poco las lágrimas se desbordaban de mis ojos, resbalando por mis mejillas.Rodeé con mis brazos las rodillas y dejé que el llanto siguiera embargando todo mi ser. No recuerdo quién me había dicho que era bueno desahogarse si enfrentas una situación difícil pues así podrías ser más fuerte y puedes resistir la prueba.

Lloré en silencio tratando de ocultar mi rostro entre mi cabello evitando de esta manera las miradas curiosas de los que iban pasando por allí. Al poco rato sentí que alguien acariciaba tiernamente mi cabeza lo cual provocó que alzara el rostro para averiguar quien se había percatado de mi estado de ánimo.

-¿Te encuentras bien?-inquirió con la preocupación surcando su rostro al ver las lágrimas-Beth… ¿deseas hablar?-al decir esto se sentó a mi lado y tomó mi mano izquierda.

Limpié mis mejillas y traté de sonreír a manera de agradecimiento por haberse preocupado por mí.

-No Gaby… no es nada…-murmuré desviando la mirada y traté de aclarar mi garganta.

-No puedes ocultarme nada… te conozco muy bien… tú no lloras por nada…-respondió pasando un brazo por mis hombros y juntando nuestras cabezas.-Sé que estás preocupada, creo que todos nosotros lo estamos, no estas sola… no temas demostrar tus sentimientos…

-Es difícil hacerlo… no quiero causarles molestias…-le respondí avergonzada-Además… me preocupan demasiado mis padres, debía verlos hacía una hora, no he podido comunicarme con ellos… -Pasé una mano por mi cabello y lancé un suspiro-Todo esto me saca de mis casillas…

-Lo sé Beth… en verdad  no entiendo cómo no nos dicen nada, merecemos saber que ocurre…-argumentó Gaby mientras se ponía de pie.-Pero es momento de irnos a otro lado, Fernanda de estaba buscando, está preocupada por ti…

-Si vamos… pero ¡No le digas que me viste llorando por favor!-le pedí levantándome y tratando de sonreír de una manera más convincente.

En este momento siento un poco de vergüenza al haberme mostrado tan débil si aún era el inicio de esta pesadilla, ahora no puedo siquiera darme el lujo de querer derramar una sola lágrima. Me rió de aquella niñita ingenua que se asustaba si veía una araña cerca….Pero ya me estoy desviando de mi relato, tantas noches sin poder dormir me hacen sentirme aturdida…
Regresamos al aula después de caminar hacia las mesitas de ajedrez, pues era el camino más corto hacia el lugar en donde dormiríamos.

Alcé la mirada hacia la ventana del H-103 y pude notar la silueta de Fernanda que al parecer no se había percatado de que la mirábamos. Gaby me jaló del brazo para llevarme hacia el interior del aula, con esto logró que nuestra amiga reaccionara y se dirigiera hacia la puerta con el celular en la mano, tal parecía que estaba escuchando música, cuando nos vio sonrió aliviada y esperó a que nos acercáramos a ella.

-¿Encontraste algo nuevo?-me preguntó tratando de leer mi rostro.

-Emm no… sólo me topé con Saúl…-le informé entre dientes al recordar que no se llevaban muy bien.-Al parecer todos están igual de informados que nosotras…

-Mejor estudiemos algo… así podremos distraernos de todo esto…-nos pidió llevándonos a una esquina posterior-Veamos…¿ les parece bien Biología?

Gaby y yo nos miramos confundidas, no esperábamos esa reacción de nuestra amiga ante la situación en la que nos encontrábamos pero decidimos seguir su idea sabiendo que si la contradecíamos resultaríamos perjudicadas.