Cuando me detuve noté que
había llegado al puente que cruzaba la avenida Churubusco. Era un puente
pequeño, apenas tres personas podrían pasar a través de él al mismo tiempo con
gran molestia, sin embargo, la mayor parte del tiempo estaba vació y ese día no
era la excepción. Pensé por un momento si debería subir o regresar, aún tenía
que encontrar a mis compañeros para reclamarles por haberme hecho esperar y no
tenía intención de encontrarme con esa chica tan de cerca otra vez hasta poder
controlar mis nervios, así que decidí dirigirme a la prepa. Intenté imaginar
donde más podría encontrar a mis amigos, si no estaban en plaza en horario de
clases el único otro lugar en el que podrían estar era dentro de las instalaciones
del plantel. La decisión parecía obvia.
Mientras subía noté algo extraño en el cielo. Había una nube
negra manchando el mar azul de blancas nubes. Seguí subiendo por la escalera
hasta llegar a la parte más alta donde las ramas de los árboles no estorbaban
mi visión del cielo. Observé a lo lejos una columna de humo que se elevaba
desde el suelo a muchos metros de altura y que alimentaba la mancha negra del
cielo. No me era posible ver el origen del humo, parecía que se encontraba lejos
y se perdía en la franja café, donde el cielo y los edificios de la ciudad se
fundían con las montañas, delimitando los límites de los terrenos humanos. La
visión me sorprendió, desde mi perspectiva era un incendio, pero el humo era
demasiado para ser un incendio normal.
Súbitamente el sonido de sirenas de policía llenó el
tranquilo ambiente. Giré la cabeza, sorprendido por el estruendoso deambular de
las patrullas, y vi como pasaban velozmente por debajo del puente varias
patrullas seguidas de un camión de bomberos mientras que los coches se
orillaban para permitirles el paso, todas avanzaban en dirección a la columna
de humo. Las seguí con la mirada un momento para asegurarme que era el asunto
del humo el que las llamaba y no alguna otra cosa que hubiera pasado por alto.
Las patrullas efectivamente siguieron en línea recta como lo había predicho.
Era en realidad un acontecimiento que no parecía ser
demasiado extraño como para prestarle más atención de la que ya le había
prestado, después de todo en la Ciudad de México una escena donde los policías
o los bomberos tomaran parte era algo normal. Estábamos acostumbrados a
manifestaciones, incendios, accidentes, explosiones, inundaciones, terremotos y
otros fenómenos similares, siempre actuando rápidamente ante situaciones de emergencia.
Retomé mi camino y crucé el puente para llegar a la entrada de la preparatoria
2.
Antes de bajar las escaleras metí la mano a la bolsa de
mi pantalón de mezclilla azul. Tras unos instantes de búsqueda entre monedas y
credenciales lo encontré: un pequeño y delgado celular negro que cabía en la
palma de mi mano, bastante maltratado y ya algo obsoleto, por cierto, pero un
celular al fin y al cabo. Cuando lo saqué tenía la intención de revisar la hora
y volverlo a guardar, pero había una notificación en la pantalla cuando intenté
ver el reloj:
“Saul
Aparicio te ha enviado un mensaje”
<<Bien —pensé— parece que
Saúl me avisa de nuevo que no vendrá y que ya está camino a su casa. >>
Abrí el mensaje y me
encontré con una frase que me tomó por sorpresa y que logró perturbarme
bastante:
“La
prepa está cerrada ¿Qué chingados está pasando allá afuera?”.
Tras leer la pregunta me
sobresalté y vi la hora del mensaje: “11:11 am”, eran casi las once y
media, y había quedado de verme con el y los demás en Plaza Río a las once
diez, así que el mensaje explicaría su tardanza.
<<¿Pero por qué no vi el mensaje si revisé el
celular varias veces? —me pregunté desesperadamente. >>
Un segundo después el
significado del mensaje se hizo presente en mi cabeza y reaccioné: “La prepa
está cerrada". Guardé rápidamente el celular en la bolsa y bajé las
escaleras deprisa. Una pequeña multitud de alumnos jóvenes se encontraba junto
a la puerta ya cerrada de la prepa, reclamando a los vigilantes que daban
instrucciones desde el otro lado de la reja de barrotes amarillos con expresiones preocupadas que demostraban su impotencia ante los extrañados y molestos jóvenes.
Más sonidos de patrullas se
hicieron presentes y se mezclaron en el aire con las miles de voces que
resonaban en mi cabeza mientras intentaba comprender lo que sucedía a mi
alrededor.
Quiero más, quiero más...
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